Al estar a las puertas de un nuevo año y ver en retrospectiva lo que han sido los últimos doce meses de nuestra vida, nos daremos cuenta de cuántos de los objetivos, propósitos y metas hemos podido alcanzar.
Diciembre es el mes en el que todos pensamos en lo que hicimos durante el año, cuáles fueron los resultados del esfuerzo, la dedicación, y si solamente estuvimos enfocados en asuntos que no nos dieron satisfacciones ni personales, ni profesionales, ni emocionales.
Llegamos al final del año, en breve llegará la “temida” cuesta de enero, es momento de hacer balance y de considerar lo que se nos viene con el nuevo año, para tomar previsiones, estar atentos y que los cambios no nos agarren por sorpresa.
¿Cómo hacer un balance del año?
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Hacer un balance requiere de estar plenamente consciente y sincerarse de cuáles resultados obtuvimos, ni más ni menos, sin engañarnos ni disfrazar la realidad.
En ese balance, y a partir de lo que percibamos como logros o de los asuntos que quedaron pendientes y que todavía son importantes en nuestra vida, considerar, con los pies en la tierra, cuántos de ellos podemos lograr.
Todos tenemos metas a corto, mediano y largo plazo, sin embargo, no todas se dan en el tiempo en el que las planeamos, y algunas veces avanzamos y otras retrocedemos en el camino hacia el logro.
Lo importante es ser sensato y reflexionar sobre qué nos detuvo, qué interrumpió ese camino, cuántos de esos factores que se interpusieron fueron nuestra responsabilidad, por aquello del autosabotaje, y a cuáles de esas metas debemos renunciar, sencillamente porque se nos ha pasado el tiempo, las circunstancias cambiaron o porque ya no nos interesan.
Pensar en nuestras condiciones para alcanzar nuevas metas
Lo que sí se debe tomar muy en cuenta a la hora de hacer un balance del año es si tenemos la disposición, determinación y las herramientas para lograr, ya sean las metas que quedaron pendientes o las nuevas que nos propongamos.
Es posible que llegar a un logro pase por hacer esfuerzos y sacrificios, como por ejemplo, si tenemos en mente cambiar de trabajo por uno mejor, el sacrificio sea estudiar algún diplomado, actualizarnos en un área determinada, aprender otro idioma o mudarnos de ciudad.
O, si queremos comprar un vehículo, debemos sacrificar las salidas con los amigos, las compras superfluas y comer en restaurantes.
También es posible que detectar los cambios que debamos asumir pase por renunciar a algunas cotidianidades o salir de la zona de confort.
Lo cierto es que siempre, hacer un balance tiene un significado personal muy íntimo e importante para cada quien, por motivos de autoestima, autorreflexión, reconocimiento personal y toma de decisiones que implican riesgos y probablemente, andar en caminos desconocidos.
¿Qué quiero y a dónde voy?
Estas dos preguntas son esenciales al momento de un balance y de reflexionar sobre cómo nos visualizamos en el futuro.
Responderse qué quiero pasa por saber quién eres, y esto es sencillamente analizar la edad que tienes, qué has logrado hasta ahora desde el punto de vista de formación, independencia económica y círculo de amigos y familiares.
Y darle respuesta a la pregunta “a dónde voy” significa tener claras tu vocación, tus fortalezas y cómo utilizarlas para alcanzar esa meta que te planteas para el mediano y largo plazo.
Hacer un balance también significa identificar qué quiero para los próximos años, simplemente ser feliz en el sitio donde estemos o estar seguro, sin que necesariamente implique ser feliz.
La previsión para el nuevo año
Para nadie es un secreto que España enfrenta en la actualidad un crisis política que puede representar un golpe al crecimiento económico que ha presentado el país en los último años.
La vulnerabilidad que tiene España en materia económica tampoco es un secreto, y debe ser más bien un motivo para estar atentos a los cambios y cómo éstos afectarán nuestra cotidianidad.
Esos indicadores pueden decirnos, de alguna u otra manera, qué previsiones debemos tomar a la luz de un nuevo año y a la hora de hacer un balance con las implicaciones de nuevas metas para los próximos 365 días.
Si aún estás cursando una carrera universitaria, lo mejor es concentrarte en seguir estudiando y graduarte, eso significa que debes dedicarte, organizarte y aplicar las mejores técnicas y hábitos de estudios para alcanzar esa gran meta de egresar como un profesional.
En caso de que dependas económicamente de tus padres o de algún financiamiento como becas, ayudas, entre otros, considera mantener un buen índice académico para asegurarte tus ingresos hasta que concluyas tu carrera.
Si solo te dedicas a estudiar y te hace falta un ingreso extra, puedes empezar a explorar en qué puedes trabajar en tus horas libres, u organizar un horario académico de clases y estudios que te permitan disponer de más horas para hacer algo productivo. Si te preocupas por generar nuevos ingresos, visita cualquier sitio web donde te den luces acerca de qué trabajo hacer a distancia, de manera que puedas combinar clases y trabajo en tu propia casa o residencia.
Durante el primer mes del año nos espera la cuesta de enero, con la acumulación de pagos pendientes y las facturas de los gastos hechos en diciembre, cuando, por lo general nos desbocamos en las compras de regalos para familiares ya amigos.
La cuesta de enero no debe sorprendernos ni debemos permitir caer en default, lo mejor es juntar algo de dinero para cumplir con nuestros compromisos económicos y abstenernos de adquirir unos nuevos para evitar el círculo vicioso de esperar un pago para salir de una deuda.
Lo mejor sería ahorrar, evitar gastos innecesarios y poder afrontar los pagos importantes como el de renta, servicios y otras deudas que tengamos, como por ejemplo, con las tarjetas de crédito.
Si caes en emergencia económica y ya estás mirando a tu alrededor a ver qué vendes o empeñas, mira la posibilidad de que te aprueben un crédito en una institución financiera.
Busca opciones que te ayuden a sobrellevar la temporada más difícil del año, pero que no signifiquen un costo más adelante, esto es, no endeudarte más allá de tu capacidad de pago, no gastes más de lo que obtienes por mesadas, becas o ayudas, ni comprometas tus ahorros de manera tal que te descapitalices.
Lo importante a la hora de tomar previsiones es sacar bien las cuentas, que sinceres lo que son tus entradas económicas versus tus gastos, y la posibilidades de reducirlos, por lo menos durante la cuesta de enero.