La lectura es una actividad de la que muchos son ajenos, debido a que requiere varias condiciones como dedicarle tiempo, estar bien concentrados y otros aspectos como identificar o elegir el lugar adecuado para hacerlo. Si bien es cierto que cada persona puede adoptar cualquier área para disfrutar de una buena lectura, también es cierto que los mejores sitios deben ser tranquilos con ambiente, iluminación y condiciones óptimas, condiciones que definitivamente puedes conseguir en los espacios para leer en la residencia universitaria.
Actualmente, la lectura compite por la preferencia con las redes sociales, la televisión, la publicidad, el cine, Netflix, Youtube, y un sinfín de elementos que pueden restarle interés; sin embargo, la lectura, ya sea de libros, tabletas, laptops o smartphones, es capaz de trasladarnos a lugares increíbles, nos puede hacer vivir desde aventuras épicas hasta historias llenas de pasión, conocer personajes o imaginárnoslos a nuestro antojo, con toda la carga emocional, la percepción y las experiencias que hayamos vivido.
En esta era de desarrollo tecnológico y del uso inevitable de las Tecnologías de Información y Comunicación, ser un lector es mucho más fácil, gracias al acceso que tenemos, desde cualquier lugar, en determinado momento, a cualquier sitio que ofrezca títulos online, amén de las infinitas listas de temas (ficción, romance, acción, autoayuda, ciencias), géneros (ensayos, novelas, poesías) y autores.
La lectura y nuestro cerebro
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La importancia de la lectura viene dada por varias ventajas vinculadas a esta actividad, especialmente si se ha hecho de ésta un hábito; algunas se pueden evidenciar apenas terminamos de hacer una lectura que nos ha ocupado la concentración, el interés y la imaginación.
Recientemente, la revista Psychological Science hizo público un estudio sobre la lectura, liderado por la investigadora Nicole Speer, quien refirió que las regiones del cerebro que se activan con la lectura son parecidas a las que se activan cuando las personas imaginan, observan o hacen actividades similares en la realidad; es decir, los lectores integran en el conocimiento personal de experiencias del pasado, los detalles de las acciones y sensaciones que leen en el texto.
Es probable que al concluir un texto el cerebro ya haya registrado una serie de cambios que irremediablemente conducen a la aplicación de éstos a la vida cotidiana, pues muchos de esos cambios tienen que ver con el lenguaje, el cual se amplía, mejora y tiene más precisión en cuanto al uso adecuado de las palabras; con la percepción de la realidad, la cual se amplía, pues la lectura estimula la intuición, percepción y capacidad de discernimiento, y con la habilidad, pues en cada lectura le proporcionamos al cerebro más herramientas para analizar la realidad de manera más eficaz y efectiva.
La tecnología ayuda a acercarnos a las infinitas opciones de lectura, sin embargo, es bueno tener claro que leer los post y comentarios de Facebook y Twitter no tiene comparación con la lectura de Saramago, Unamuno, Quevedo o Lope de Vega.
Más ejercicios cerebrales y menos estrés
Para seguir en la onda de la identificación de ventajas que tiene la lectura, podemos decir que varias publicaciones realizadas sobre estudios del cerebro dan cuenta sobre el aumento de la función cerebral, la cual está asociada con la disminución de las posibilidades de padecer Alzheimer. En el momento en el que la persona lee, el cerebro está ejercitándose, como si fuera un músculo que realiza una actividad física.
Otra ventaja es la reducción del estrés. De acuerdo con estudios hechos en la Universidad de Sussex (Reino Unido), la lectura ayuda a relajar el cerebro y a mantener a raya el estrés que ha estado asociado a una cantidad de dolencias, desde gripes comunes hasta enfermedades autoinmunes.
La lectura puede ayudar a calmar la mente y a contribuir a conciliar el sueño, especialmente de un libro, pues se ha descubierto que las luces brillantes de los aparatos electrónicos estimulan el cerebro y le indican que debe estar alerta, mientras que la lectura de un libro bajo una luz ligera pone al cerebro en modo de descanso.
La lectura de un buen libro puede ayudarnos a generar empatía con quienes nos rodean, pues podemos adquirir herramientas, despertar y experimentar emociones útiles para elevar nuestra inteligencia emocional y mejorar la identificación mental y afectiva con personas de nuestro entorno.
Libros que por sí solos pueden cambiar tu vida
Así como existen libros que pueden enseñarnos de arte, historia, geografía, biología o química, existen millones de títulos que nos pueden cambiar la percepción del mundo, de las relaciones y hasta de la vida.
La lista puede ser infinita, pero, una vez más entra en juego la percepción, las emociones, los intereses y hasta la propia conciencia, de allí que una enumeración solo signifique una referencia que puede ser o no considerada para experimentar esas nuevas emociones.
Algunos de los que podemos mencionar son:
• El Principito (Le Petit Prince) de Antoine de Saint Exupéry, publicado en 1943 y que se convirtió en el libro escrito en francés más leído y más traducido, además de haber sido incluido entre los mejores libros del siglo XX en Francia.
• El arte de la felicidad (1998), escrito por el Dalai Lama y Howard Cutler, un psiquiatra que va haciendo preguntas profundas al Dalai Lama, quien expone pautas básicas como el propósito de la vida, la felicidad, determinada en mayor medida por el estado mental que por condiciones externas.
• Cometas en el cielo (2003), de Khaled Hosseini, en su primera novela nos narra la historia de un niño de un barrio de Kabul llamado Amir, y de Hassan, un sirviente de su padre, que se convierte en su mejor amigo.
• El vendedor de sueños (2009), de Augusto Cury, psiquiatra y escritor brasileño, cuyo personaje principal proclama que las sociedades modernas se han convertido en un gran manicomio, donde lo normal es estar ansioso y estresado, mientras que lo anormal es estar tranquilo, sereno y saludable.
• El caballero de la armadura oxidada (1987), de Robert Fisher, narra la historia de un caballero de gran ego que no comprende ni valora lo que tiene, por lo que se va encerrando dentro de su armadura, hasta que poco a poco ésta pierde su brillo y termina oxidándose. Al verse prisionero en su propia armadura, decide emprender un viaje que le hace darse cuenta de cosas de las que nunca se había percatado, hasta que reflexiona y se va convirtiendo en una mejor persona.