Café, té o siesta (corta, ¿eh?): qué te ayuda a rendir mejor
En la universidad, hay épocas en las que mantenerse despierto y concentrado se convierte en una carrera de fondo.
Entre clases, trabajos, exámenes y actividades, muchos estudiantes recurren a cualquier método que les ayude a “aguantar el ritmo”. Hay quienes no pueden empezar el día sin café, otros prefieren el té por ser más suave, y hay quien apuesta por una pequeña siesta para recuperar energías.
La cosa es qué es lo que realmente funciona para rendir al máximo, ¿depende de cada persona o hay una opción supereficaz para todo el mundo?, porque lo que es seguro es que el descanso es esencial para el rendimiento.
El papel del descanso en el rendimiento
Antes de hablar de cafeína o infusiones, conviene recordar algo básico: el cuerpo humano no está diseñado para funcionar sin descanso. El sueño es el verdadero “combustible” del cerebro, y dormir bien es la herramienta más poderosa que tienes para rendir al máximo.
Cuando no descansas lo suficiente, la memoria, la concentración y el estado de ánimo se ven directamente afectados. A corto plazo, puedes “tirar” con cafeína o azúcar, pero a largo plazo eso solo esconde el cansancio, pero no resuelve el problema.
Dicho esto, todos necesitamos un empujón extra de vez en cuando. Y ahí es donde entran los clásicos aliados de los estudiantes: el café, el té y las siestas breves.

El café: el “combustible” por excelencia
Probablemente, la bebida más popular entre los estudiantes. Su protagonista es la cafeína, una sustancia estimulante que actúa bloqueando la adenosina, el neurotransmisor responsable de hacerte sentir somnoliento.
Al bloquear esa sensación de sueño, la cafeína te mantiene despierto, alerta y más concentrado durante horas.
Tiene sus cosas buenas:
Aumenta tu estado de alerta y atención: ideal para esas mañanas con clases largas o las sesiones intensas de estudio.
Puede mejorar tu rendimiento físico: si también haces deporte, la cafeína puede ser una ayuda a activar el cuerpo y a retrasar la fatiga.
Estimula tu metabolismo: algo que contribuye a sentirte más activo durante un tiempo.
Y sus no tan buenas:
Su efecto es temporal: no te confíes, pasadas unas horas, tu cuerpo vuelve a notar el cansancio original, a veces con más fuerza.
Puede alterar el sueño: por la tarde o noche dificulta conciliar el sueño y reduce la calidad del descanso.
Genera tolerancia: cuanto más lo consumes, menos efecto te hace, y cada vez necesitas más dosis para sentir lo mismo.
El café puede ser una ayuda si se usa con cabeza. Lo ideal es no superar dos tazas al día y evitarlo a partir de media tarde. Además, beber agua y comer bien ayuda a que el cuerpo procese mejor la cafeína.

El té: energía más suave (y con beneficios extra)
Antes de nada: también contiene cafeína, solo que en menor cantidad. Además, aporta un aminoácido llamado L-teanina, que modera los efectos estimulantes y genera una sensación de alerta más calmada y sostenida. Esto significa que el té ayuda a tu concentración sin esa sensación de “nerviosismo” que a veces da el café.
Como el café, tiene su parte buena que debes aprovechar:
Favorece la concentración sin ansiedad: lo acabamos de mencionar, para estudiar o trabajar durante horas.
Hidratación y antioxidantes: te aporta beneficios para la salud a largo plazo.
Variedad para elegir: tienes verde, negro, matcha, … cada uno con distintos niveles de energía y sabor.
Pero…
Su efecto es más gradual: tarda un poco más en hacer efecto que el café.
Si se toma en exceso, también altera el sueño: aunque en menor medida, pero también lo hace, tenlo en cuenta.
Digamos que es perfecto para momentos en los que necesitas concentración sin exceso de energía. Una taza de té por la mañana o a media tarde puede ayudarte a mantener el foco enfocado sin desestabilizar tu descanso nocturno.

La siesta corta: el descanso más infravalorado
Cuando el cansancio es real, el cuerpo lo nota y la mente se bloquea. En esos casos, nada sustituye al descanso.
Las pequeñas siestas (entre 15 y 30 minutos, tampoco te pases) pueden ser mucho más efectivas que un café para recuperar la concentración y la energía mental.
No se trata de dormir profundamente, sino de dar al cerebro una pausa para “resetearse”. Fíjate:
Mejora memoria y aprendizaje: estudios demuestran que una siesta breve potencia que lo aprendido “se te quede”.
Reduce el estrés: relaja el sistema nervioso y mejora tu estado de ánimo.
Aumenta la creatividad: después de una pausa corta, tu cerebro se vuelve más flexible y resolutivo.
Y como nada es perfecto:
Si te pasas, puede ser contraproducente: más de 30-40 minutos te hace despertar aturdido.
Difícil de encajar en la rutina: no nos engañemos, no siempre es posible encontrar el momento o el lugar adecuado en medio del día.
Bueno, si tienes la oportunidad, una siesta corta a primera hora de la tarde puede ser un recurso a tener en cuenta. No sustituye el sueño nocturno, pero, oye, ayuda a compensar los días más intensos.

Entonces…, ¿qué es mejor: café, té o siesta?
Depende de la situación y del tipo de energía que necesites:
- Si estás en plena mañana y necesitas activar el cuerpo, el café puede ser esa solución puntual.
- Si necesitas mantener la concentración durante una tarde de estudio sin sobrecargar tu sistema nervioso, el té es la opción más equilibrada.
- Y si sientes un cansancio real, de esos que ni el café arregla: para y duerme un poco.
No se trata de elegir uno solo, sino de aprender a escuchar a tu cuerpo y usar cada recurso en el momento que veas más adecuado.
No existe una fórmula mágica para rendir siempre al 100 %. Cada persona tiene su propio equilibrio entre descanso y estimulación. Lo importante no es elegir entre café, té o siesta, sino entender cuándo tu cuerpo necesita activarse y cuándo necesita parar.
A veces, el mejor “truco” para rendir más no está en una taza, sino en un ratito de descanso bien aprovechado.
