Amor y desamor en la residencia: lo bueno, lo raro y lo incómodo

Vivir en una residencia universitaria es, a menudo, llega a ser como participar en una serie de Netflix: drama, comedia, amistades intensas, momentos de “esto es para siempre”… 

Sí, también tienes historias de amor.

 Algunas acaban en final feliz, otras en “ni me hables”, y otras… mejor ni nombrarlas, repasemos aquí lo mejor, lo más raro y lo más incómodo del amor (y el desamor) dentro de una residencia universitaria.

Porque sí, tener un crush a dos puertas de distancia suena genial, pero también puede ser un auténtico carrusel de emociones.

Cómo empieza todo: un flechazo inesperado

Todo comienza con una mirada en el comedor, una conversación en la zona de estudio o una conexión inesperada en un plan improvisado. 

El ambiente de una residencia, donde se comparten espacios, horarios y hasta cenas en pijama, es el escenario perfecto para que surjan chispas.

Además, al vivir tan cerca, es más fácil conocerse, pasar tiempo juntos y, sin darte cuenta, “empezar a hacer vida de pareja”, y claro, lo que empieza como un “nos vemos para estudiar” puede acabar en “¿desayunamos juntos mañana?”.

Lo bueno de enamorarse en la residencia

Tener a tu crush a unos metros de tu habitación tiene sus ventajas y cosas positivas que te animan a vivir un idilio dentro de la residencia:

Todo es más fácil y espontáneo

No hay que coger el metro ni cuadrar horarios imposibles, si os apetece ver una peli juntos, solo tienes que cruzar el pasillo.

Os conocéis en lo cotidiano

Ver a la otra persona en su día a día (con cara de recién levantado o estudiando a las tantas) ayuda a crear vínculos más reales.

Compartís el mismo entorno

Mismos amigos, mismas historias, mismas anécdotas, así es mucho más sencillo conectar cuando se vive en el mismo microcosmos.


Acompañamiento constante

Cuando llegan los bajones por exámenes o días de estrés, tener cerca a alguien que te entiende y sabe justo por lo que estás pasando es un apoyo brutal.

Lo raro… porque no todo es color de rosa

Aunque empezar una historia de amor en la residencia tiene su magia, también puede ser un poco raruno.

Hay situaciones que, aunque no necesariamente malas, pueden ser incómodas o extrañas si no se llevan con naturalidad, fíjate:

Todo el mundo se entera de todo

Quizás no habéis elegido el mejor sitio para guardar secretos: si os veis a todas horas, si pasáis la noche juntos o si discutís, alguien lo sabrá, eso tenlo por seguro, y que lo comentará es un hecho.

Se pierde el misterio

Verse tanto que antes vimos como una ventaja se puede poner en contra si no se gestiona bien, a veces se quema la etapa del coqueteo o del “te echo de menos”, porque todo pasa demasiado rápido.

Fusión inmediata de vidas 

Sin darte cuenta, puedes estar comiendo, estudiando, saliendo y durmiendo con la misma persona cada día, eso, bueno, puede acabar muy bien o llevar al fracaso en apenas unos días.

Las etiquetas desde el minuto uno

La gente empieza a llamaros “la pareja de la residencia” incluso antes de que sepáis si sois algo serio, eso lo puedes tomar a broma o darle una importancia que consiga agobiaros cuando apenas si estáis conociéndoos.

Lo incómodo (y cómo gestionarlo y salir airoso)

Aquí viene la parte más delicada: cuando las cosas no van bien.

Porque si el amor en la residencia es intenso, las rupturas también lo son, y lo peor es que, a diferencia de fuera, no puedes evitar encontrarte con tu ex en cualquier momento: en el comedor, en el gimnasio, o incluso compartiendo amigos.

Aquí van algunas situaciones incómodas y consejos para sobrellevarlas con dignidad (y sin dramas innecesarios):

Ruptura con habitaciones demasiado cerca

No puedes desaparecer. 

Así que lo mejor es establecer ciertas reglas no escritas: respeto mutuo, evitar momentos incómodos (como aparecer con otra pareja por la residencia en plan provocación) y dejar espacio.

Cuando tu ex empieza a salir con otra persona (de la residencia encima)

Sí, puede pasar.

Y duele. 

En estos casos, lo más sano es enfocarte en ti, buscar apoyo en otros amigos, y si lo necesitas, salir más fuera de la residencia para tomar aire y desconectar.

Cuando los amigos comunes se ven “en medio”

Es normal que algunos se sientan incómodos tras una ruptura, lo mejor es hablar claro, sin forzar que tomen partido, también ayuda mantener los lazos sin poner a nadie en compromiso.

Tensión en los grupos y planes conjuntos

Si antes hacíais todo juntos, ahora toca aprender a convivir en el mismo entorno sin cruzarse más de la cuenta, para eso, a veces hay que aceptar no ir a todos los planes o proponer cosas más pequeñas y personales con tus amigos de más confianza, por lo menos al principio, que es cuando más duele.

¿Vale la pena enamorarse en la residencia?

La respuesta corta: sí, si lo vives con cabeza y sin prisas, lo importante es no dejarse llevar por la intensidad del “todo pasa muy rápido” y disfrutar el momento.

 Estar en la residencia también te da la oportunidad de conocer mejor a la otra persona en diferentes situaciones y decidir si realmente hay una conexión real.

Recuerda: no todo flechazo tiene que acabar en historia de película, a veces se queda en una bonita experiencia y no pasa nada, seguro que te enseña algo aunque no dure para siempre.

Consejillos para no volverse loco (ni con el amor ni con el desamor)

Enamorarse puede ser lo mejor que te pase en la residencia, pero para que no se convierta en un drama digno de telenovela, aquí van algunas recomendaciones prácticas:

No dejes de lado tu vida, sigue quedando con tus amigos, saliendo, estudiando y haciendo tus cosas, nada de fusiones al 100%.

Comunicación desde el minuto uno, tanto si la cosa va en serio como si no, hablar claro evita confusiones y malentendidos.

Marca tus límites (y los suyos), sobre todo si las cosas se complican, tener claro qué estáis dispuestos a aceptar (y qué no) es clave para una relación sana.

Cuida tu salud emocional, si algo te hace daño, no tengas miedo de pedir ayuda o darte un respiro.

El amor (y el desamor) en la residencia es parte del pack de la vida universitaria: puede ser mágico, divertido, intenso, pero también acabar en drama, lo importante es vivirlo con naturalidad y recordando que, al final, lo más importante eres tú.

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