El 4 de febrero es el Día Mundial del Cáncer, acordado desde el año 2000 por la Organización Mundial de la Salud, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer y la Unión Internacional contra el Cáncer, con la idea de generar y fomentar conciencia a nivel mundial acerca de esta enfermedad, así como sobre la prevención y detección temprana para frenar el terrible crecimiento de la incidencia.
En nuestra residencia universitaria conviven jóvenes que estudian carreras como Medicina y Farmacia, las cuales son impartidas en campus cercanos a nuestra Residencia de Estudiantes, como lo es el de la Universidad San Pablo CEU. Estos estudiantes están conscientes de la responsabilidad que tendrán en el futuro, de enfrentar casos de cáncer o realizar investigaciones que procuren el avance tanto en la detección como en el tratamiento de la enfermedad.
Un problema de todos
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El cáncer es una enfermedad que afecta a todos: hombres, mujeres, niños, jóvenes, viejos, ricos y pobres, es causante de la mayor morbilidad y mortalidad en el mundo; entendiendo la morbilidad como la cantidad de personas enfermas en un lugar y en un período determinado en relación con el total de la población.
Esta enfermedad se puede originar en cualquier parte de nuestro cuerpo y comienza cuando se origina un crecimiento descontrolado de células que sobrepasa los niveles normales, evitando que éste funcione de la manera en que debería.
Los estudios y estadísticas pronostican que en aproximadamente veinte años el número de casos se incremente en un 70% a nivel mundial, lo que supone la preparación de los países para dar atención a los pacientes, proporcionar mejor calidad de vida y disminuir la tasa de mortalidad, pues, de acuerdo con las cifras que ofrece la OMS, el impacto económico del cáncer es elevado, y la tendencia es a aumentar. Sólo en 2010 el costo que se atribuyó a esta enfermedad ascendió a 1.16 billones de dólares, incluyendo detección, tratamiento (quimioterapias, radioterapias, consultas), hospitalización, separación temporal del trabajo, ausencia de estudiantes en los centros de formación, entre otros.
Otro dato importante sobre este flagelo es que cerca de 70% de los decesos a causa del cáncer se registran en países con índices de pobreza medios y elevados, de allí la preocupación de los organismos internacionales por lograr avances científicos que disminuyan la incidencia de casos, mejoren la detección temprana, se descubran medicamentos más eficaces y, en general, mejoren la calidad de vida del paciente.
Existen factores de riesgos asociados directamente con esta enfermedad, a los cuales se ha llegado gracias a que en los centros de investigación sobre el cáncer existen registros sobre las historias clínicas de los pacientes, donde consideran estilo de vida, patrones de consumo alimenticio, ambiente en el que viven, entre otros.
Básicamente son cinco los factores de riesgo asociados con el cáncer, que tienen son conductuales y alimenticios: elevado índice de masa corporal, sedentarismo, bajo o nulo consumo de frutas y verduras, consumo de tabaco y consumo de alcohol. De estos factores, el tabaquismo es el principal factor de riesgo, y es el responsable de 22% de las muertes por cáncer.
Otros factores son las infecciones denominadas oncogénicas, causadas por virus como el de la hepatitis, el del papilomavirus humano; además de factores también relacionados son la exposición a los rayos ultravioleta y la exposición al radón, un gas natural que no tiene olor, color ni sabor y se produce a partir de la desintegración del uranio; puede estar presente en viviendas, escuelas y lugares de trabajo, emana del suelo, pasa al aire con facilidad, es respirado por las personas y sus partículas se depositan en las células de las vías respiratorias donde ocasionan daños en el ADN y generar cáncer de pulmón.
La importancia de la detección temprana
Muchos organismos han advertido que se puede reducir el número de muertes por cáncer si los casos se detectan y se tratan a tiempo; ya que al ser detectado de forma temprana, el tratamiento resulta eficaz, con lo que aumenta la probabilidad de sobrevivencia y el tratamiento puede resultar más económico. Asimismo, tanto el diagnóstico temprano como el tratamiento proporcionan mejoras en la vida del paciente.
Un diagnóstico temprano comprende tres pasos continuos: tener conciencia de la posible enfermedad, evaluación clínica y diagnóstico específico y acceso al tratamiento.
El diagnóstico oportuno es útil para la mayoría de los tipos de cáncer, pero cuando la enfermedad es detectada en una fase avanzada, no siempre es efectivo un tratamiento curativo, sino que se opta por uno paliativo, que permita alargar la vida del paciente mejorando su calidad de vida, reducir los efectos de dolores y problemas colaterales.
Un diagnóstico correcto también resulta esencial para suministrar el tratamiento idoneo y más efectivo, ya que cada forma de cáncer necesita un protocolo diferente y específico que puede abarcar desde una operación a radioterapia o quimioterapia, siempre considerando los objetivos del tratamiento.
Sin embargo, el objetivo principal de todo tratamiento debe ser curar al paciente o prolongarle la vida; aunque, si el diagnóstico es tardío, el tratamiento debe buscar mejorar la vida del enfermo a través de cuidados y medicamentos paliativos y la ayuda psicológica.
¿Cuáles son los tipos de cáncer más comunes?
Han sido clasificados los diez tipos de cáncer más frecuentes a nivel mundial. En España, es el cáncer de colon o colorrectal, aunque es uno de los más fáciles de identificar y diagnosticar, por lo que está entre los que mejor responden al tratamiento y ser de más probabilidad de curación. Algunas de las razones de la aparición de la enfermedad son la edad avanzada, dietas altas en grasas y bajas en fibras y colitis ulcerosa.
Luego están el cáncer de pulmón, que presenta altas tasas de fallecimiento, y el cáncer de próstata, relacionado con problemas genéticos, hormonales, ambientales y por enfermedades de transmisión sexual.
Los otros tipos de cáncer son de mama, vejiga, de estómago, riñón, páncreas, los linfomas, asociados al sistema inmunológico, y la leucemia, cuyos factores de riesgo están asociados a haber recibido quimioterapia, radioterapia, a trastornos genéticos, a la exposición a agentes tóxicos y a antecedentes familiares.