Me voy a estudiar fuera: todo lo que ojalá me hubieran contado antes
Irte a estudiar a otra ciudad (o incluso a otro país) suena a aventura total.
Y lo es. Pero también tiene sus retos, sus días raros y sus aprendizajes a golpe de “ya lo sé para la próxima”. Si estás a punto de hacer la maleta, te interesa saber todo eso que te puede ayudar a que empieces esa nueva etapa de tu vida con mejor pie.
El curso que viene estudias fuera, ¿estás preparado?
Puede que ahora mismo estés a las puertas de empezar una nueva etapa en tu vida como estudiante y vayas a continuar lejos de casa.
Puede que estés nervioso.
Puede que estés deseando empezar… o ambas cosas a la vez (que es lo más normal del mundo).
Y aunque parezca que queda mucho para septiembre, la verdad es que el cambio empieza mucho antes: desde el momento en el que sabes que vas a mudarte. Empiezas a mirar residencias, a imaginar tu nueva habitación, a despedirte mentalmente de tu cuarto de siempre. Pero también aparecen las dudas:
¿Y si no me adapto?, ¿y si no hago amigos?, ¿y si echo demasiado de menos mi casa?
Nos gustaría que fueras abriendo los ojos a todo lo bueno que viene… y también a esos pequeños retos que, con un poco de ayuda, vas a afrontar mucho mejor.

Consejos para el curso que viene que te interesa saber ahora
Sí, aún no te has ido. Pero ya puedes empezar a prepararte de forma práctica y emocional para esta etapa. Tenerlo todo bajo control no es realista, pero sí puedes adelantar cosas que luego agradecerás muchísimo:
01.-Vas a llevar cosas que no necesitas… y te van a faltar las importantes
Da igual cuántas listas hagas: siempre te dejarás algo importante (como una alargadera, una taza o un colgador para la puerta) y meterás mil cosas que no usarás ni una vez.
Antes de empaquetar todo tu cuarto, habla con alguien que ya viva fuera o incluso pregunta en tu futura residencia qué suele hacer falta. Lleva lo justo y ve viendo sobre la marcha qué necesitas de verdad.
02.-Aprender a vivir contigo mismo no es tan fácil como parece
Cuando te vas de casa, no solo dejas tu cama y tu comida lista. También dejas rutinas, normas y cierta comodidad emocional. Lo normal es que haya días en los que te sientas un poco fuera de lugar o hasta solo, aunque estés rodeado de gente.
Date tiempo para adaptarte.
Hazte tu espacio, tus horarios, tu manera de estar a gusto. No hace falta tener plan todas las noches ni caerle bien a todo el mundo. La clave está en conocerte mejor y cuidarte un poco cada día.
03.-Harás amistades que serán tu familia… y otras que se quedarán en el camino
Cuando llegas nuevo a una ciudad, todo el mundo está igual que tú: con ganas de conocer gente. Harás amigos en clase, en la residencia, en el súper…, y también puede que alguna amistad no cuaje como esperabas. Todo eso es parte del proceso.
Abre la puerta, pero no te agobies por forzar vínculos. Las mejores amistades a veces empiezan por casualidad. Y si hay días de bajón, llama a los de casa: siguen estando ahí, aunque sea por WhatsApp.

04.-El tiempo pasa volando… y hay que saber gestionarlo
Al principio, todo parece eterno.
Las primeras semanas, las clases nuevas, la ciudad por descubrir. Pero en un abrir y cerrar de ojos estarás buscando alojamiento para el año siguiente. Aprender a organizarse (sin obsesionarse) es la clave para no desesperar.
Usa una agenda o app para planificarte. No llenes cada minuto, pero sí intenta encontrar equilibrio entre estudiar, vivir y descansar. Y sí, descansar también es productivo.
05.-Aprenderás a gestionar el dinero… a base de errores
La primera vez que haces la compra por tu cuenta, que ves cómo se va el dinero en cafés o que descubres lo caras que son las fotocopias, te das cuenta de que el dinero no rinde tanto como pensabas.
Hazte un pequeño presupuesto semanal. No hace falta que sea rígido, pero sí que tengas una idea de en qué se te va el dinero. Y guárdate siempre algo para emergencias, que no te quedes nunca sin lo más básico.

06.-Vas a echar de menos la comida de casa… pero acabarás sobreviviendo
Sí, todos soñamos con comer lo que queremos cuando queremos, pero el tercer día de “mal comer” empiezas a valorar esos tuppers que antes criticabas. Aun así, poco a poco irás mejorando y descubrirás qué recetas rápidas te salvan el día.
Aprende tres o cuatro platos básicos que te gusten y te alimenten. Y si estás en una residencia con comedor, aprovecha: comer bien te da energía para todo lo demás. También puedes proponer cenas compartidas, ¡no todo va a ser estudiar!
07.-No hace falta tener todo bajo control
La universidad y la vida fuera de casa tienen momentos geniales y otros que se hacen cuesta arriba. No hace falta que todo sea perfecto, ni que tengas claro tu futuro desde el primer día.
Permítete no saber. Pide ayuda cuando lo necesites. Y confía en que, aunque ahora todo sea nuevo, poco a poco lo irás haciendo tuyo.
08.-Vivir en una residencia no es como estar en casa, pero puede ser incluso mejor
Las residencias universitarias no son solo un sitio donde dormir y ducharte. Son lugares pensados para hacerte la vida más fácil en esta nueva etapa: limpieza, comedor, zonas comunes, actividades, apoyo… y sobre todo, un ambiente de comunidad.
A veces la gente piensa que será todo demasiado organizado o que faltará intimidad. Pero lo cierto es que, si eliges bien, puedes sentirte como en casa: rodeado de personas con las que compartir experiencias, con personal que está para ayudarte y con recursos que hacen que la vida universitaria sea más llevadera.

Explora las posibilidades de tu residencia desde el primer día. Apúntate a las actividades, pasa tiempo en las zonas comunes y, si tienes una propuesta para mejorar algo… ¡dila!
La residencia es ahora tu casa y también tu punto de partida en esta nueva vida.
En definitiva: vas a vivir una etapa inolvidable. Estudiar fuera es una de esas experiencias que te cambian.
Vas a descubrir cosas de ti que ni imaginabas, vas a vivir historias que recordarás siempre y vas a crecer como persona más allá de los libros.