En la residencia universitaria hay dos tipos de estudiantes: el ordenado y el que vive en un constante torbellino de caos.
Uno tiene su escritorio impecable, cada cosa en su sitio, mientras que el otro tiene una torre de apuntes apilada por cualquier lado y no hay manera de localizar nada cuando lo necesita.
¿Te suena?, ¿en qué saco te metes tú? (sé sincero, ¿eh?)
Sea como seas, no cabe duda de que el orden en tu etapa de estudiante es fundamental para llegar a la meta sin dejarte nada por el camino.
La importancia del orden en los estudios
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El orden no es solo cuestión de estética o de tener una habitación superchula que dan ganas de fotografiar, sino de mantener un sistema organizado que te permita ahorrar tiempo y te facilite las cosas.
Un espacio despejado y una planificación adecuada facilitan la concentración y ayudan a retener mejor la información, tómalo como una inversión a largo plazo, porque la organización a la que te acostumbras ahora se convierte en un hábito clave durante tu vida laboral que te va a hacer destacar.
Beneficios de ser un estudiante ordenado
Ser un estudiante ordenado tiene un montón de ventajas: no solo facilita que encuentres todo enseguida, sino que mejora la capacidad de concentración y disminuye la procrastinación.
No me digas que no es más sencillo ponerte a estudiar cuando ves un espacio de trabajo donde cada cosa tiene su lugar y no se amontonan esos apuntes que, incluso, ya no necesitas.
- Menos estrés, al saber dónde está todo, no hay prisas ni pánicos de última hora.
- Mayor eficiencia, se aprovecha mejor el tiempo de estudio.
- Mejor retención de información, un ambiente limpio y estructurado, ayuda a la mente a asimilar mejor los conceptos.
- Más tiempo libre, al no perder tiempo buscando apuntes o reorganizando constantemente, te queda más tiempo para disfrutar del tiempo libre y de tus amigos.
Orden contra desorden
Vamos a hacer una pequeña comparativa para ver la diferencia de diferentes aspectos y momentos de su día a día, desde el momento en que se despiertan hasta cómo gestionan su tiempo y sus responsabilidades.
Con ella, vas a comprobar que un entorno organizado marca la diferencia entre éxito y frustración.
El despertar: el primer choque
Las mañanas ya son la antesala de cómo va a ir el día, porque un inicio caótico es fácil que arrastre las consecuencias hasta la noche, mientras que un comienzo ordenado permite afrontar el día con más calma y productividad.
Estudiante ordenado
Se despierta con el sonido suave de su alarma (que no ha pospuesto veinte veces), se despereza y se prepara con calma para el día.
Ya tiene su ropa lista desde la noche anterior, su mochila con los apuntes organizada y hasta tiene tiempo de desayunar tranquilamente.
Estudiante caótico
Su alarma ha sonado cinco veces y no hay manera, cuando finalmente salta de la cama, se da cuenta de que su pantalón favorito está en la silla (o debajo de la cama, quién sabe).
Cuando consigue encontrar qué ponerse, busca desesperadamente su bolígrafo y, al final, se va a clase sin él (alguien le dejará uno), desayunando una triste galleta y sin tiempo para calentarse un café.
El momento de estudio: el orden como superpoder
Estudiar puede ser una tarea ardua o una experiencia eficiente, dependiendo de la organización de cada uno, pero lo que es seguro es que un buen método de estudio no solo ayuda a aprender más rápido y mejor, sino que también reduce el agobio en épocas de exámenes.
Estudiante ordenado
Abre su portátil y, en segundos, encuentra el tema que necesita, sus resúmenes están organizados, con colores y esquemas, con todo, puede estudiar sin interrupciones, porque su escritorio está despejado y su mente enfocada.
Estudiante caótico
Su portátil tiene 20 pestañas abiertas y aun así no localiza nada de lo que necesita, además, entre papeles arrugados y libros desparramados, se pregunta (como cada día) por qué dejó todo para última hora.
Y claro, cada cinco minutos se distrae con cualquier cosa.
El desastre del trabajo en grupo
Trabajar en equipo es una parte esencial de la vida universitaria, pero la organización (o la falta de ella) marca la diferencia entre el éxito y el fracaso en estos encuentros.
Estudiante ordenado
Llega puntual a la reunión con su parte del trabajo hecha y lista para exponer, trae post-its con ideas clave y hasta tiene un plan B en caso de que falle la presentación.
Estudiante caótico
Se le olvidó que había reunión.
Cuando aparece, improvisa sobre la marcha y usa la vieja táctica de “sí, eso justo lo iba a decir” mientras sus compañeros le miran con resignación.
El cuarto de la residencia: un reflejo del cerebro
La habitación de un estudiante es su santuario, su refugio, donde un entorno limpio y organizado mejora su estado de ánimo y, como consecuencia, su productividad, mientras que el desorden es una fuente de estrés constante.
Estudiante ordenado
Un pequeño oasis donde todo tiene su lugar, de hecho, hasta ha colocado una planta para dar un toque acogedor, en definitiva, puede recibir visitas sin miedo a que nadie se espante.
Estudiante caótico
Parece el escenario de un documental sobre supervivencia extrema: ropa acumulada desde ni se sabe, restos de comida del día antes, …, bueno, ya te imaginas.
El día del examen: el resultado final
El rendimiento en los exámenes es el reflejo de los hábitos de estudio y la organización previa, aquí es cuando alguien que ha planificado su tiempo tiene muchas más probabilidades de éxito que quien confía en la improvisación.
Estudiante ordenado
Todo preparado con tiempo, ha dormido bien, desayunado, y llega al examen con confianza, está animado porque recuerda lo que ha estudiado y sabe que puede responder con claridad.
Estudiante caótico
La noche anterior fue una maratón de café y desesperación, así que ahora se presenta al examen con los ojos rojos, el estómago vacío y esperando un milagro (que nunca llega).
Hasta aquí, porque seguro que ya te haces una idea de que ser estudiante no significa vivir en el caos absoluto, y de que un poco de organización lo hace todo mucho más fácil
Así que, si te has identificado más con el “estudiante caótico”, tal vez sea hora de hacer un pequeño cambio… antes de que tu habitación se declare zona de desastre natural.