A la hora de estudiar, la iluminación juega un papel clave en la concentración y el rendimiento, elegir el lugar adecuado hace que te sientas mucho mejor durante las largas horas de estudio,
Es importante y merece la pena que, si puedes elegir, dediques un tiempo a definirlo, y establecer ese lugar donde siempre vas a ponerte a estudiar.
¿Cómo influye en tu estudio la luz en tu habitación?
Aquí podrás encontrar...
La luz natural y la luz artificial afectan de manera diferente a nuestro cuerpo y cerebro.
La luz natural regula tu ritmo circadiano, lo que significa que ayuda a mantenerte despiertos y alerta durante el día y favorece el descanso por la noche.
En cambio, la luz artificial, especialmente la luz azul de pantallas o lámparas fluorescentes, puede alterar este ritmo y causar fatiga visual, dolores de cabeza e incluso dificultades para dormir.
Si estudias en un sitio con poca luz natural, seguramente notas que te cansas más rápido y te cuesta más concentrarte, por eso, siempre que sea posible, busca espacios bien iluminados por la luz del sol para mejorar tu rendimiento.
Beneficios de estudiar con luz natural y en espacios abiertos
Cuando llega el buen tiempo, pasas más horas al aire libre y tienes la oportunidad de disfrutar de los días más largos, pero, ¿has pensado en aprovechar esta época para mejorar tus jornadas de estudio?
Y es que estudiar con luz natural y en espacios abiertos no solo hace que el tiempo pase más rápido, sino que también consigue mejorar tu rendimiento y bienestar.
Reduce la fatiga visual y mejora tu salud ocular
Pasar muchas horas estudiando con luz artificial, sobre todo si es de mala calidad, puede provocar fatiga visual, ojos secos y dolores de cabeza.
La luz natural, por el contrario, reduce el cansancio ocular y evita los dolores de cabeza que empiezan después de estudiar con luces artificiales durante muchas horas, no solo eso, sino que mejora la capacidad de concentración, ya que el ojo humano está diseñado para adaptarse mejor a la luz solar que a la luz artificial.
Consejo
Coloca tu escritorio cerca de una ventana para aprovechar la luz del día sin que el sol incida directamente en la pantalla de tu ordenador o libros, si estudias al aire libre, busca un sitio con sombra para evitar reflejos incómodos.
Mejora tu estado de ánimo y motivación
El sol estimula la producción de serotonina, la hormona de la felicidad, de ahí que, estudiar en un espacio bien iluminado, o al aire libre, hace que te sientas más animado y motivado para seguir adelante con tus tareas.
Pasar tiempo en espacios con buena iluminación natural ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, dos cosas clave en épocas de exámenes o de estudio intensivo.
Si sientes que esa sensación te supera, prueba a hacer pausas cortas al aire libre, sal a pasear un rato, camina unos minutos bajo el sol, verás como hace maravillas en tu estado de ánimo.
Ejemplo
¿Has notado que al estudiar en una biblioteca oscura te sientes más agobiado?, seguro que sí, así que prueba a cambiar a una terraza, un parque o simplemente un espacio con más luz natural y verás cómo tu estado de ánimo mejora.
Más vitamina D para tu salud
La luz solar es la principal fuente de vitamina D, que es esencial para fortalecer los huesos y el sistema inmunológico, pasar tiempo al aire libre mientras estudias te permite absorber esta vitamina de manera natural.
Dato curioso
Unos 15-20 minutos de exposición al sol al día son suficientes para obtener una buena dosis de vitamina D.
Mayor creatividad y productividad
No solo la luz, sino también el entorno influye en el rendimiento, estudiar en espacios abiertos, (parques, terrazas o jardines), permite una mejor oxigenación del cerebro, y un cambio de ambiente que evita la monotonía.
Variar de entorno junto a la luz natural, estimula la creatividad y mejora la productividad, y es que ten en cuenta que estudiar siempre en el mismo sitio se hace monótono, mientras que un espacio abierto te ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva.
Consejo
Si sientes que te bloqueas con un tema, prueba a llevar tus apuntes a un espacio al aire libre, de hecho seguro que en tu universidad o residencia encuentras patios o zonas verdes ideales para estudiar sin distracciones.
¿Y si no tienes luz solar?
No siempre es posible estudiar con luz natural, especialmente en invierno o en habitaciones sin ventanas, y no por eso puedes dejar de hacerlo (no, no es excusa, lo sentimos), así que hay que adaptarse a lo que se tiene.
En estos casos, cuentas con maneras de mejorar la iluminación artificial para reducir la fatiga y mantener un buen rendimiento.
Elige luces cálidas, la luz blanca fría de manera constante llega a ser agresiva para los ojos, mejoro opta por bombillas de luz cálida o neutra para un ambiente más cómodo.
Evita reflejos en la pantalla, coloca la luz de manera que no los cree en tu ordenador ni en los libros, para evitar forzar la vista.
Haz pausas visuales, sigue la regla 20-20-20, ¿la conoces?
Cada 20 minutos, mira algo a 20 pies (6 metros) de distancia durante al menos 20 segundos, eso te ayuda a relajar los ojos.
Usa lámparas de escritorio ajustables, una luz bien dirigida mejora la visibilidad y evita sombras molestas.
Combina varias fuentes de luz, en lugar de una sola luz fuerte, usa diferentes lámparas para distribuir mejor la iluminación en la habitación.
Como ves, lo ideal es estudiar con luz natural, para sentirte bien y aprovechar mucho más lo que estás haciendo, pero no siempre es posible y hay que adaptarse.
Lo importante es conseguir un entorno adecuado donde te sientas bien y notes que sacas partido a las largas horas de estudio